El último suspiro de Omayra
No hay mucho que celebrar en la histórica instantánea que vemos. La imagen nos muestra los últimos instantes de vida de la pequeña Omayra Sánchez. Sin embargo, como suele ocurrir detrás de una fotografía así, hay una historia impresionante de lucha contra un gigante. Este fue el legado de la pequeña.
La captura fue tomada por Frank Fournier en Colombia el sábado 16 de noviembre de 1985, pocos días después de la erupción del volcán Nevado Del Ruiz. El deslizamiento de tierra provocado por la erupción ya había matado a más de 20.000 personas, principalmente porque las autoridades locales no habían tomado medidas preventivas a pesar de las advertencias de los volcanólogos.
Por eso fue tan importante la catástrofe natural y la terrible muerte “en vivo” de la joven Omayra. Durante horas estuvo atrapada en la ciudad de Armero bajo los escombros transportados por el lodo. Dos días completos y tres noches de lucha, con los trabajadores de rescate tratando de liberarla y medio planeta con el corazón en un puño mientras las cámaras de televisión retransmitían la agonía.
Los socorristas intentaron ayudarla pero muy pronto comprobaron que era imposible; para sacarla necesitaban amputarle las piernas, y para ello carecían de equipos de cirugía y podría fallecer. La otra opción era traer una moto-bomba que succionara el cada vez más alto nivel del agua donde estaba sumergida. ¿El problema? La única moto-bomba disponible estaba en Medellín, demasiado lejos.
De alguna forma, aquellos momentos tan trágicos hicieron ver a la mayoría de la población lo terrible y peligroso que puede resultar una erupción volcánica, y lo poco preparados que estaban. Las autoridades contaron que las grúas y la bomba hidráulica que se necesitaban para limpiar los escombros no llegaría a tiempo.
Como consecuencia de ello, la lucha de Omayra se sabía perdida. Las barras de metal habían dañado las caderas de la pequeña y sus piernas quedaron atrapadas sin salida. La niña estaba agotada y, a pesar de ello, habló con voluntarios, médicos y periodistas sobre su extrema situación. De hecho, en la última entrevista había dicho sus últimas palabras a su madre: “Mamá, si me escuchas, quiero que reces por mí para que todo salga bien”.
El día de la muerte de Omayra no sólo aprendimos un poco más de los peligros de una erupción, su muerte seguida en vivo por las televisiones supuso una gran controversia. Muchos se preguntaron si no hubiera sido mejor ofrecer ayuda en lugar de tomar fotografías. ¿Es posible mostrar el sufrimiento de los demás sin violar su derecho a que se respete su privacidad? Para los fotógrafos, y así lo reflejaron, es de suma importancia que el público esté informado. Para otros, transmitir el drama de la muerte de Omarya era simplemente un acto obsceno.
Omayra Sánchez murió de un ataque al corazón el 16 de noviembre de 1985. Tenía 13 años. La impactante instantánea de Fornier que dio la vuelta al mundo no se publicó hasta unos meses después del fallecimiento de la pequeña. El fotógrafo ganó el premio World Press Photo en 1986 por el retrato, “al reflejar su propio sentimiento de impotencia”.